miércoles, 4 de diciembre de 2024 19:33 www.gentedigital.es
Gente blogs

Gente Blogs

Blog de Javier Memba

El insolidario

Un clásico de la literatura fantástica

Archivado en: Cuaderno de lecturas, sobre "Manuscrito encontrado en Zaragoza"

imagen

 

En agosto de 1997, tras la lectura de Manuscrito encontrado en Zaragoza, del polaco Jan Potocki, comprobé con cierta sorpresa que la España pretérita fue una fuente inagotable de inspiración para los autores de novela gótica. El gran Charles Maturin sitúa aquí una buena parte del periplo de su Melmoth y Matthew G. Lewis también localiza en este país la acción de El monje.

A todas luces, España se antoja mucho más siniestra que Transilvania, aunque aquí se tienda a no reparar en ello. Supongo que ese tenebrismo, que le atribuyen los autores de novela gótica dieciochescos y decimonónicos, obedece a la siniestra fama que la Inquisición procuró a la tierra española en el resto de Europa. En efecto, los tribunales y las torturas del Santo Oficio aparecen tanto en Melmoth el errabundo como en El monje y Manuscrito encontrado en Zaragoza, la que hoy me ocupa.

            Desde que allá por el año 82 tuve oportunidad de ver la película basada en esta misma novela en la filmoteca, la historia de Manuscrito... me ha atraído poderosamente. En ella se nos cuentan las insólitas aventuras de Alfonso van Worden, un capitán de las guardias valonas al servicio del rey de España tiene que presentarse a Felipe V en Madrid. Con tal motivo se verá obligado a atravesar un paraje de Sierra Morena que se dice está poblado por los más terribles espectros. Dado que el miedo no existe para un hombre de honor como nuestro protagonista, van Worden, abandonado por sus guías, se adentra en Las Alpujarras. Allí llegará a un lugar conocido como Venta Quemada, sobre el que pesa la maldición de los hermanos de Soto, dos bandoleros ahorcados cuyos cuerpos se han dejado pudrir al sol.

Habiendo buscado inútilmente algo de comida por las distintas estancias de la venta, al dar las doce de la noche, se presentan ante nuestro hombre dos bellas árabes -"moras" para el autor-, Zebedea y Eminia, encarnación de dos seres infernales. No obstante, las muchachas aseguran ser parientes de van Worden ya que éste, al igual que ellas, pertenece a una gran familia/secta de católicos, conversos del islamismo, conocida como los Gomélez. Tras darle de beber una extraña pócima, el belga caerá en un fantástico sopor del que despertará al pie de la horca de los hermanos de Soto. Posteriormente, el supuesto parentesco existente entre ellos no impedirá que el valón acabe por tener un trato carnal con las dos bellas.

Cuando el militar decide reemprender la marcha, es avisado por un amigo de que la Inquisición, al corriente de sus tratos con fuerzas sobrenaturales, le busca. Así pues, el belga se ve obligado a quedarse en Sierra Morena, donde le será referida la historia de diversos personajes que han tenido tratos con el Maligno y sus distintas criaturas. Estos relatos, frecuentemente relacionados entre sí, constituyen el armazón de la novela, organizada por jornadas a la manera de los antiguos decamerones. Gracias a ellos tenemos noticia de las biografías de cabalistas judíos, gitanos y bandoleros. Todas estas piezas conforman ese entramado de relatos, en apariencia independientes pero unidos con sutileza en el conjunto de la narración, tan común a la novela fantástica desde Melmoth... hasta el Arthur Machen de El gran Dios Pan.

            Cierran mi edición -la de Minotauro del año 96- tres piezas ajenas a Manuscrito... Tomadas de Avadoro, historia española en ellas se vuelve a dar cuenta de la relación de distintos personajes con el Demonio y -nunca mejor dicho- de la demonización de España por parte de la novela gótica en concreto y de miedo en general. Pues no hay que olvidar que el Pozo y el péndulo de Poe sucede en un Toledo en el que acaban entrando las tropas francesas, la dudosa Grand Armée de Napoleón. Pero no divaguemos sobre un estigma que, más allá de la novela de miedo -una minucia en la Historia- tiene su origen en la animadversión de la Reforma contra el país más papista que el papa.

            El primero y mejor de los fragmentos de Avadoro... es la Historia del terrible peregrino Hervás y de su padre, el omnisciente impío. En él se da cuenta de cómo un erudito de Madrid copila todo el saber humano en una monumental enciclopedia que es devorada por las ratas. Ya que esto no es más que la mayor de todas sus desgracias, el desdichado acabará por vender su alma al Demonio convirtiéndose así en el gran hereje al que alude el título. Llegada la hora de su fallecimiento, un extraño personaje se presenta ante su hijo -el narrador- para ofrecerle sus servicios igual que se los ofreció al difunto.

Aunque en un principio, Hervás apenas presta atención a la oferta, a medida que avanza en su relación con la bella señora Santárez y sus dos hijas, no duda en recurrir a los favores que le procura el enviado de los infiernos. Finalmente, cuando por sus tratos con el trío femenino se ve ante las prisiones del Santo Oficio, Hervás vuelve a llamar a su siniestro amigo, que resulta ser Satán, a quien se ofrecerá para salir del paso.

Instantes después, desesperado por lo que acaba de hacer, pedirá clemencia al cielo. Uno de sus querubines invitará a Hervás enmendar la vida de doce pecadores como él para expirar su culpa. A destacar, amén de la perfección y el interés que despierta en todo momento el relato, el descubrimiento de que el punto de vista del texto es el del hijo en uno de los primeros párrafos.

Supongo que el primero de los doce impíos a los que Hervás habrá de devolver al buen camino resulta ser el comendador de Toralva, cuyo título es también el del segundo de los relatos. Y escribo supongo porque de Hervás no se vuelve a dar cuenta.

En cualquier caso, aquí se nos refiere la historia de un joven perteneciente a la orden de Malta que se bate un Viernes Santo con un comendador francés que ha faltado a su dama. Concluido el enfrentamiento, el galo, mortalmente herido, le encarga que lleve su espada al castillo de Téte-Foulque y que haga pronunciar cien misas en su capilla. Ya en la fortificación, el espectro de un antepasado de su enemigo, que se desprende de uno de los cuadros del castillo, perseguirá al joven protagonista de la historia.

El último de los tres relatos corresponde a la peripecia del Avadoro aludido y se nos presenta con el título de Historia de Leonor y la duquesa de Ávila. Tras realizar un viaje junto al maltés del texto anterior, Avadoro llega a Madrid, donde queda prendado de la bella duquesa de Ávila quien, consciente del amor que le inspira, le utiliza para que cuide de una hermana, hija bastarda de su padre.

Siempre fiel a los deseos de su dama, cuando ésta le dice que se case con su hermanastra, Avadoro acepta. Sin embargo, cuando su esposa muere y su alma en pena vaga por la casa, tras una serie de manejos, descubre que los títulos de las dos mujeres están cambiados y que verdaderamente está casado con quien él creía que era la duquesa de Ávila, o sea, la dama que verdaderamente le inspiraba. En esta ocasión, toda la trama siniestra se acaba por descubrir como un simple ardid al servicio del engaño del que se da noticia en el texto.

Si, como cabe suponer a tenor de los doce pecadores que ha de redimir Hervás, este libro que sigue al Manuscrito... cuenta la historia de esa docena de almas descarriadas, tengo que concluir que mi edición esta incompleta. ¡Lástima!, este texto constituyó una de las lecturas que más me interesaron en el 97.

 

Publicado el 15 de enero de 2013 a las 00:15.

añadir a meneame  añadir a freski  añadir a delicious  añadir a digg  añadir a technorati  añadir a yahoo  compartir en facebook  twittear  votar

Comentarios - 0

No hay comentarios



Tu comentario

NORMAS

  • - Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
  • - Toda alusión personal injuriosa será automáticamente borrada.
  • - No está permitido hacer comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • - Gente Digital no se hace responsable de las opiniones publicadas.
  • - No está permito incluir código HTML.

* Campos obligatorios

Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

Imagen

 

 

COMPRAR EN KINDLE:

 

 

 

contador de visitas en mi web



 

 

Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

EN TU MAIL

Recibe los blogs de Gente en tu email

Introduce tu correo electrónico:

FeedBurner

Archivo

Grupo de información GENTE · el líder nacional en prensa semanal gratuita según PGD-OJD